Existe un sitio en la tierra que incluso los más
experimentados viajeros consideran un privilegio visitar. Y aunque ha sido
votado como uno de los mejores destinos de viaje muy pocos lo consiguen. Esto
es Drukyul, Bután. La Tierra del Dragón Relámpago. No encontrará en la
actualidad un destino de viaje tan fascinante.
Asentado en lo alto de la imponente cordillera
Himalaya, el reino de Bután se resiste a globalizarse preferiendo mantener su
paraíso oculto. Bután está marcado por su salvaje belleza natural donde la
profundidad de su follaje cambia drásticamente a medida que sus junglas
subtropicales a nivel del mar se funden con las zonas de temperatura fértil y
se elevan a los imponentes glaciares del norte. Su entorno mantiene el hábitat
de exótica fauna y es el último refugio para especies en extinción como son la
grulla cuellinegra, la cabra azul, el langur de cabeza dorada, incluso el tigre
de bengala.
Bután es el último bastión del Budismo
Vajrayana. Los sagrados monasterios que cuelgan precarios sobre escarpados
precipicios, el ondeo de las banderas de rezo que alinean las más altas
cumbres, los monjes en sus rojas togas entonando sus cánticos día y de noche
dotan a este reino de un aura de tiempos pasados. No es sorprendente que el
principal objetivo de la vida para los butaneses sea la felicidad.
Las rutas de trekking y senderismo por Bután y el Himalaya son unas de
las más escogidas por los amantes de la montaña.
El pequeño reino de Bhután se
encuentra entre China e India, en el Himalaya Oriental. El País del Dragón”
nos ofrece una cultura original con el budismo que impregna todo lo cotidiano.
Este Shangri-la ha permanecido aislado durante siglos y hace relativamente poco
tiempo que se abrió a los extranjeros, pero en cierta manera sigue pasando
desapercibido para la mayor parte de la gente. A pesar de abrir un aeropuerto
en la región de Paro sigue siendo uno de los países menos conocidos, y sin
embargo, con más encanto debido a su cultura original muy influenciada por el
budismo tántrico. Los paisajes de montaña son espectaculares y están salpicados
de Dzongs (fortalezas – monasterio) y de banderas de oración multicolores.
Bhután sigue siendo un viaje en el tiempo a un reino que valora la “Felicidad
Interior Bruta” y donde no hay semáforos.
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