Las
iguanas marinas (Amblyrhynchus
cristatus)
suelen describirse
como nadadores potentes que bucean para nutrirse de algas submarinas.
En realidad, sólo las iguanas más grandes -más de 1,8 kg- bucean
generalmente para alimentarse. Las más pequeñas -hasta 1,2 kg- se
alimentan sólo de las exuberantes algas de las zonas intermareales y
su actividad alimentaria se limita a las horas en que hay marea baja
y el mar está más o menos calmado.
Las
iguanas pequeñas no pueden estar expuestas por mucho tiempo al agua
del mar -que en las islas Galápagos es a menudo fría, con un rango
anual de 14-25ºC-, ya que su temperatura corporal descendería
demasiado. Ello les obliga a alimentarse cuando la marea está baja,
pero si esto sucede después del alba, se arriesgan a estar demasiado
frías y poco activas para comer. Asimismo, si la marea desciende
poco antes del ocaso, es posible que las salpicaduras de las olas les
enfríen demasiado y que no tengan luz solar suficiente para
recalentarse antes del anochecer. Para conservar el calor, las
iguanas pequeñas se apiñan unas junto a otras.
Las
iguanas que se alimentan bajo el agua no tienen estos problemas y
suelen asolearse cada mañana y concentrar su actividad alimentaria
al final de la mañana y en torno al mediodía. Esto les da mucho
tiempo para asolearse y entrar en calor a primeras horas de la tarde,
cuando el sol todavía calienta las rocas. Treinta son los minutos
que las iguanas marinas pueden estar sumergidas mientras bucean en
busca de alimentos. Como
resultado de su alimentación, deben librarse del exceso de sal que
ingieren, excretando sal concentrada en forma de cristales desde una
glándula salífera nasal.
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