El dragón de Komodo (Varanus komodoensis), también llamado monstruo de Komodo y varano de Komodo, es el lagarto más grande del mundo, con una longitud media de dos a tres metros y un peso de unos 70 kg.
La boca y los
dientes del dragón de Komodo albergan más de 50 especies de bacterias
patógenas. Los animales mordidos que logran escapar suelen morir por
envenenamiento de la sangre, lo que puede ser ventajoso para el dragón, ya que
es capaz de detectar el olor de un animal muerto hasta 10 km de distancia.
La ingestión puede ser lenta y para que no se asfixie mientras comen, los
dragones de Komodo tienen bajo la lengua un tubo de respiración conectado con
los pulmones. Gracias a la laxa articulación de su mandíbula inferior y en su
estómago dilatable, pueden ingerir presas de hasta el 75% de su personal
corporal. Más tarde, los dragones tomarán el sol para acelerar la digestión.
El dragón de
Komodo figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN clasificado
como especie vulnerable. Hay aproximadamente entre 4.000 y 5.000 dragones de
Komodo en estado salvaje, y se cree que sólo quedan unas 350 hembras
reproductoras en la naturaleza. Las poblaciones están limitadas a las islas de
Gili Motang, Gili Dasamo, Rinca, Komodo y Flores en el estado de Indonesia. En
respuesta a esta preocupación, en 1980 se fundó el Parque Nacional de Komodo
para proteger las poblaciones de dragones de Komodo.
Estos lagartos
se encuentran entre los pocos vertebrados con capacidad de reproducción por
partogénesis, proceso por el que las hembras pueden poner huevos viables y
desarrollarse sin tener que ser fecundados por esperma, en situaciones de
ausencia de machos.
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