El
archipiélago Svalbard es un conjunto de islas situadas al océano
Glacial Ártico, a unos 1.000 km al norte de Escandinavia, pertenecientes
al estado de Noruega. Se considera el territorio habitado con vida
familiar más septentrional del mundo.
En
Svalbard hay cuatro meses con luz las 24 horas del día en verano y tres
de oscuridad total en invierno. Ofrece un clima plenamente ártico a tan
solo 1.000 km del Polo Norte. El habitante más popular de este conjunto
de islas es el oso polar. Puede encontrárselo en cualquier parte. Por
este motivo, cuando se sale de las zonas habitadas han de tomarse
medidas de protección.
Aquí
podrá además disfrutar del resto de la fauna polar como el zorro
ártico, focas, morsas, diferentes especies de ballenas, todos ellos en
los diferentes parques nacionales de las islas.
El oso polar u oso blanco (Ursus maritimus) es una especie de mamífero carnívoro de la familia de los osos. Vive en el medio polar y zonas heladas del Hemisferio Norte.
Los
osos polares son típicamente solitarios, y machos y hembras sólo se
juntan para aparearse unos pocos días a finales de invierno o a
principios de primavera. Las hembras preñadas pasan el invierno en
oseras cavadas en la nieve, a unos pocos kilómetros de la línea de
costa, donde paren dos o tres diminutas crías.
Los
oseznos nacen con pelaje, pero con los ojos cerrados, y a veces sólo
pesan 600 g. La hembra permanece en hibernación, amamantando a sus crías
hasta el abril. Cuando la joven familia sale de la osera, los oseznos
ya suelen pesar 10-15 kg; permanecen con su madre los dos o tres años
siguientes, periodo durante el cual ella les enseña a cazar y les
protege de cualquier peligro. Los adultos son buenos nadadores pero las
crías pequeñas se ahogan fácilmente, y de ahí que los pequeños
permanezcan sobre el hielo sólido.
Aunque
la presa principal del oso polar es la foca ocelada y, a veces, la
barbuda, come casi todo lo que puede matar, desde peces y crías de aves
hasta caribúes y crías de morsa y ballenas. Para cazar suele quedarse
muy quieto junto a un agujero de hielo donde las focas salen a respirar.
Cuando aparece una foca, el oso la golpea con su zarpa anterior, la
arrastra hacia el hielo y le muerde la cabeza. En la superficie del
hielo, el oso polar confia en su magnífico camuflaje para recechar las
focas que descansan. Se arrastra tan cerca como puede y cuando las tiene
al alcance, corre a unos 45 km/h. Aún así, pocas veces tiene éxito en
la caza, y de ahí la importancia de la carroña.
Los
cadáveres de focas a orillas del mar, o de caribúes o de bueyes
almizcleros en tierra, son una importante fuente alimenticia. Tiene un
excelente olfato y puede detectar carroña desde muy lejos.
Su
intestino está adaptado para digerir la grasa de mamíferos marinos. Los
jóvenes comen la carne de las focas, mientras que los adultos prefieren
la grasa. Aunque es el más carnívoro de los osos y depende de la grasa
de mamíferos marinos para obtener gran parte de su energía, el oso polar
es un omnívoro muy oportunista y en épocas de escasez no duda en comer
bayas, algas gigantes y basuras.
La
UICN considera que el número de osos polares se ha reducido en al menos
un 30% en los últimos 45 años. Para 2088 la población se calculaba
entre 20.000 y 25.000 individuos. El 60% de los ejemplares se encuentran
en Canadá. Las amenazas más modernas las constituyen la acumulación de
contaminantes en el hielo y la atmósfera árticos y el calentamiento que
está afectando su ecosistema.