Salvaje,
exótica, mística y ancestral. El mundo de los moais. Así es la Isla de
Pascua que hoy muestra su cultura a través de sus sabores, sus
increíbles paisajes y su asombrosa tradición. Un paisaje idílico
declarado Patrimonio de la Humanidad, cargado de volcanes, aguas
turquesas y arqueología te están esperando con variadas actividades.
Rapa Nui o “Tepito Ote Henua”
(“Ombligo del Mundo”), como la llamaban sus antiguos habitantes, es la
isla habitada más remota del planeta. No hay otra porción de tierra en
el mundo tan aislada en el mar y esa misma condición le otorga un aura
de fascinante misterio.
Es un Parque Nacional, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, y que tiene de todo y para todos: playas con arenas de color rosa, como la de Ovahe, o de encanto paradisíaco como la de Anakena, volcanes y praderas para recorrer a pie o a caballo, flora y fauna marina para descubrir buceando, cavernas para recorrer en silencio, y moais que fueron testigos del auge y la caída de una sociedad estratificada y compleja.
En la isla
se desarrolló una cultura compleja, que tras su apogeo cayó en la
escasez de alimentos y las consecuentes luchas tribales. El espíritu de
esta cultura sigue vivo en sus habitantes, su lengua, sus vestimentas,
su música, sus bailes, su artesanía y sus comidas. Cada mes de febrero,
la vuelta a las raíces alcanza su punto máximo en la Tapati, una fiesta de dos semanas cuyo corazón son las tradiciones y donde los rapanuis se pintan el cuerpo como lo hacían sus ancestros, compiten en pruebas asombrosas, cantan, bailan y eligen a su reina.
El
resto del año el encanto de la isla no disminuye. Su clima es
permanentemente cálido, su infraestructura turística y de servicios
excelentes y la tranquilidad y belleza del entorno, junto a la gracia de
sus habitantes, hacen que uno quiera volver siempre.
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